Justamente estaba buscando imágenes que representen las ideas de este artículo sobre las emociones que se ponen en juego en el viaje de regreso a casa, a la casa de origen en Tacuarembó, Salto, Paysandú, Treinta y Tres, Mercedes, Melo o cualquier otro lugar del interior... Encontré esta imagen y me recordó lo cierto que es esto de que la percepción del tiempo depende de cómo lo vivamos.
Además, no es menor una diferencia: no es lo mismo el viaje de regreso a la casa de origen, que el viaje de regreso a Montevideo. El primero implica el traslado de muchas expectativas respecto a pasar un fin de semana con la familia, con los amigos y disfrutar de aquella cotidianeidad y rutinas diarias que ahora cambiaron. Los olores del lugar, las conversaciones con la gente de siempre, las salidas al pub o boliche al que "va todo el mundo"... Además estos primeros viajes implican poder conocer el camino, ir identificando la ruta de regreso, descubriendo las paradas tradicionales del ómnibus, las entradas a pueblitos y de apoco armándose la rutina del viaje que al cabo de unos cuantos, permitirá identificar que "no queda nada, en 15 minutos, ya llegamos"...
Pero el viaje de regreso a Montevideo es diferente. A acá la vuelta a la capital siendo acompañado por un amigo, un conocido o simplemente por los recuerdos del fin de semana parecería ser mejor. El chico vuelve acompañado en sus sentimientos, recordando y reviviendo no solo las sensaciones sino las conversaciones sobre esos dos días en casa, conversaciones que les dan nuevos sentidos a esos días. El viaje de regreso también tiene su proceso de descubrimiento de la ruta y de los lugares a transitar. A la vez de descubrimiento de las emociones propias y de expectativas respecto a los logros personales que en la capital reforzarán el valor del esfuerzo por la separación.
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